Las tendencias en la iglesia en EEUU son desalentadoras; la asistencia a misa ha disminuido, la práctica sacramental se debilita y el compromiso parece acelerarse de manera logarítmica a medida que pasan las generaciones. Aunque estas estadísticas podrían llevarnos a perder la esperanza, existe una enorme oportunidad para activar una tremenda fuente de potencial evangelizador para la renovación de la Iglesia y el avance del Evangelio.