Los desafíos experimentados por muchas familias parecen sugerir que la unidad es un ideal inalcanzable. La unidad es posible porque hemos sido creados por Dios para vivirla, pero necesitamos hacer nuestra parte practicando las siguientes dinámicas: aceptando a los demás con misericordia, amando a los demás como quieren ser amados y promoviendo la reciprocidad. Se presentarán ejemplos concretos sobre cómo fortalecer la unidad familiar.