¿Qué hacemos cuando las cosas se ponen difíciles? ¿Cómo respondemos? ¿Corremos y nos escondemos? ¿Parate y pelea? ¿Encontrar un camino intermedio? Y, ¿dónde está nuestra fe en eso? ¿Es Jesús parte de la solución? La forma en que nos acercamos a los momentos difíciles, respondiendo al dolor, el sufrimiento, las dificultades y los desafíos, es un lugar donde la fe puede crecer y nuestra confianza en el Señor puede expandirse. Porque al final, tenemos que confiar en Su promesa: que Él es bueno y que somos amados. ¿En qué tenemos esperanza cuando las cosas se ponen difíciles? Más bien, ¿quién? Vamos a averiguar.